martes, 23 de julio de 2013

Aprendizaje... de nuevo relatividad

- La felicidad depende de uno mismo, no lo olvidéis...

El maestro camina entre sus pupilos y los mira uno a uno fijamente a los ojos. Se detiene un instante en los de ella, para recrearse en el secreto que en ellos se esconde. Secreto que ambos comparten lleno de amores y prohibiciones. Se obliga a abandonar la ensoñación y gira sobre sus talones, comenzando de nuevo su caminar tedioso por el aula.

- ¿Lo habéis entendido bien?- y repite: La felicidad siempre depende de uno mismo.

Nota como a su espalda alguien se pone en pie. La siente... es ella. Se vuelve lentamente. La mira de nuevo... Es tan hermosa...

- Maestro, eso que afirma no es cierto...- su voz es baja pero firme. Mira al suelo, algo avergonzada ante la situación. Todos los alumnos la observan inquisitivamente, con cara de desconcierto.

- ¿Per...perdona? - acierta a articular el maestro.

Ella eleva la mirada lentamente, hasta clavar sus pupilas en las de él, con una intensidad que desnuda el alma...

- ¿Acaso serías feliz si yo no lo fuera...?


martes, 25 de junio de 2013

La Torre del Homenaje

Reflejos de aguamarinas y turquesas se extienden hasta el horizonte para fundirse en un abrazo con el azul cielo. Como en una paleta de pintor, los colores se desdibujan para volver a dibujarse en un juego pictórico indescriptible. El dúo de medias partes se encuentra detenido frente al dintel que separa el presente del pasado. Ruge el viento como premonición del mágico momento que se avecina…

Se asoma a la ventana en un intento infructuoso por acelerar el tiempo que la separa de él. La mañana está oscura y el cielo se ha vestido de gris ceremonioso para actuar como testigo del encuentro que tendrá lugar pronto. Ella mira sin ver y oye sin escuchar como, sobre la piedra mojada del patio bajo la intensa lluvia, cientos de personas se preparan con nerviosismo para un día de celebraciones. Sin embargo, ella está ausente…

El sol deslumbra sus rostros cuando deciden cruzar la puerta. Los ojos no se han adaptado aún a la oscuridad cuando él ya toma su mano con dulzura y en la penumbra la guía hacia los peldaños que los separan de un recuerdo dormido. Las paredes de piedra se impregnan de una armonía extraña compuesta por el viento, que en un juego imparable recorre las estancias, entre los ventanucos y las bóvedas, convirtiendo la torre en una flauta de colosal tamaño. A cada paso, sus corazones se acompasan en el preámbulo del despertar de historias pasadas…

Su estado de ensoñación se ve interrumpido cuando divisa en el horizonte el ondear de un estandarte. Lo identifica al instante y su corazón late con brío, mientras se recrea en el hermoso bordado que lo perfila: un sol anaranjado de hilos de oro amanece sobre una montaña nevada color perla flanqueada por dos palabras: Carpe Diem. Sonríe recordando el día en que él le demostró el verdadero significado de este lema… Él mantiene el rostro oculto tras su casco de caballero pero sus miradas se encuentran en la distancia. Serían capaces de encontrarse entre un millón de ellas…

Tras la oscuridad transitoria y la estrechez de la escalera, la estancia que los recibe se manifiesta como refugio acogedor y luminoso. Aunque no materializan el pensamiento con palabras, ambos se dan cuenta de que el lugar les es harto conocido. Se miran a los ojos y leen en ellos una historia que se desvela de repente, como el telón de un teatro que se retira descubriendo el decorado y la escena…

Una escena que funde pasado y presente. Dos historias que suceden simultáneamente, dos instantes que son uno sólo. No existe el tiempo y la piedra de las paredes permanece impasible, testigo mudo y medio imprescindible para un encuentro entre dos eras…

Él se sitúa frente a ella, que sentada en un pequeño trono de madera oscura y tapices no puede contener sus deseos de abrazarle. Está empapado por la lluvia pero no siente frío porque la mirada que ella le dedica le infunde todo el calor que su corazón necesita. Se quita el casco lentamente descubriendo un rostro iluminado por la felicidad plena. Se desprende del cinturón donde porta su espada y lo deposita en el suelo. Es la alegoría de la rendición ante la evidencia y el reconocimiento de que no hay arma más poderosa que el de las almas conectadas… Ella se alza con majestuosidad tratando de mantener la compostura, apretando entre sus manos su vestido de terciopelo en un intento inútil de encontrar estabilidad para no perder el equilibrio. Él da un paso hacia ella y con dulzura se arrodilla a sus pies, enterrando los cabellos en su falda.

“Le rindo pleitesía, Reina de las Reinas…”

Todo se detiene… Ella lo toma por los hombros y lo eleva ante sí, anhelando el refugio de su mirada… Los dos buscan mutuamente en sus ojos, ventanas del alma, aquello que desde siempre estuvo escrito… Pasado y presente, ayer y hoy, desde siempre y para siempre… Fundidos en un beso eterno viajan hacia lo inevitable…


martes, 11 de junio de 2013

Al Alba...

Décimo del sexto...

Abro ahora el libro de los recuerdos imborrables, de las huellas eternas, y guardo en su interior la estampa de una experiencia INOLVIDABLE, representada por un paisaje de naturaleza en calma, una roca de recuerdos y un abrazo eterno; inmensidad, sensibilidad y plenitud.

Observo esta postal de la memoria entre mis manos y siento que el tiempo se detiene en ella… porque no importa el cuándo. Puedo traslucir que tampoco existe el espacio… porque no importa el dónde. Sólo importa con quién…

Y la tinta con la que escribo este recuerdo es la tinta de las emociones, la del propio yo, que fluye en esta página de la experiencia describiendo sin palabras lo que nunca podrá ser material. Y así queda plasmado el recuerdo:

En la falda de la Naturaleza dos mitades que han vagado por el Universo de las sucesivas vidas por fin se han encontrado y se han REconocido... Y en la penumbra, frente a frente, se produce la unión...

En ese instante sólo queda lugar para la serenidad de quien tiene la certeza de que una vez rotos los límites y cruzadas las fronteras se roza las estrellas con la yema de los dedos y ya no es posible desear nada más… Lo etéreo vence a lo tangible, porque lo material es sólo el instrumento para tratar de poner medida a aquello que de por sí es infinito. Y es que no es posible encerrar el universo en la palma de la mano…

La fusión de continentes y de contenidos se cristaliza en una danza diferente, desconocida y extraña a los mortales por ser auténtica, transparente y libre. No existe espacio para la contaminación, los corazones y las miradas continúan expresándose en silencio...

Pero… ¿y ahora qué? 

Pues ahora… ahora es seguro que todo está escrito… por ello es INEVITABLE…



sábado, 1 de junio de 2013

Tiempo de arena

Sostengo entre mis manos un viejo reloj de arena y me descubro desvelando, ocultas en él, una suerte de alegorías que me hacen pensar que su forma no es fruto de la casualidad.

El cristal, como símbolo de la fragilidad de la existencia, de la transparencia del alma, de la vulnerabilidad que todo ser presenta ante el paso del tiempo.

La arena, como expresión inequívoca de las múltiples posibilidades que nos ofrece la vida, desplegadas en un abanico infinito de piezas independientes, pero que necesitan unas de otras para sostenerse.

Los bulbos de vidrio, uno cargado de experiencias, otro de posibilidades, como expresión material del pasado y el futuro, en una relación eterna e indisoluble, en una herencia emblemática de vivencias, que son proyectadas hacia el mañana disfrazadas de aprendizaje.

El estrechamiento, como recordatorio innegable de la existencia de un tiempo para todo, pero como demostración absoluta de que cada cosa sucede en su momento… primero un grano, después otro… Hay orden, hay concierto; hay libertad, pero hay criterio…

El ocho, el infinito, la intemporalidad del tiempo…

Y es que, en definitiva… tiempo, todo es cuestión de tiempo…


lunes, 27 de mayo de 2013

Qian Hongyan

(Es recomendable consultar el enlace para comprender el escrito).


Con tus ojos de niña soñaste con jugar a la pelota, sin imaginar siquiera que ese juego sería tu realidad, tus zapatos para caminar por la vida y tu forma de sentir. Veo en el brillo de tu mirada la relatividad del cómo (¿qué importa cómo?), y el absolutismo del por qué.

¿Por qué? Porque crees, porque no hay límites cuando la ilusión es el motor que mueve tus piernas imaginarias; piernas que te dirigen con el rumbo acertado hacia la felicidad, a diferencia de nuestra conciencia, la de estos pobres mortales, que con frecuencia apunta al norte equivocado. Piernas que saltan alturas mayores que la de los propios ideales de este mundo incoherente, que con hastío sucumbe al materialismo de las necesidades creadas. Quién se atreve a hablar de necesidad… si en tu sonrisa he leído que todo horizonte alcanzado no es más que el mirador hacia un nuevo amanecer. 

Has removido las conciencias y hoy ya no me preocupa qué zapatos vestir físicamente. Me pregunto ahora con qué calzado que sea digno de tu conmovedora enseñanza voy a afrontar desde hoy, que conozco tu historia, el viaje de aprendizaje y crecimiento de mi propia alma.



domingo, 26 de mayo de 2013

Maestro de Relatividad

Mis pasos resuenan sobre el suelo de mármol que me separa de la puerta tras la que voy a encontrarme con mi futuro maestro. Aún no le conozco pero, sin ni siquiera saberlo, ya estoy decidida a asistir a su clase magistral de filosofía de la vida. Conmigo siempre llevo algunos libros algo maltratados por el uso, donde parece que será difícil borrar la huella de las notas al margen escritas con la tinta de experiencias pasadas. Y sin embargo, al verle sonriente me dejo llevar por un momento y decido cambiar esos libros por un cuaderno de hojas en blanco.

Antes de comenzar nuestro particular curso transcurren unos minutos, como justo preludio de todo lo bueno, en una espera que se transforma de inmediato en la fase preparatoria de las lecciones que aún tengo que aprender. Suenan las campanas del reloj como alegoría del tiempo que empieza a contar desde ahora…

Y desde ese momento me convierto en su pupila, quizás en ambos sentidos, porque también me brinda la oportunidad de compartir con él mi forma de ver la vida, mientras me lleva de su serena mano por el camino del equilibrio.

Pero lo más curioso que me llevo de este aprendizaje es una lección de física que no esperaba en un máster de filosofía… Contigo, maestro, he aprendido que el tiempo es relativo, que el tiempo se mide en caracteres. Porque por cada letra escrita en una cálida pantalla he descubierto que ha ido pasando toda una vida. Y ya hace tanto que te conozco…

Porque sí, maestro, puedo afirmar que te conozco de toda la vida… de toda la que elijo vivir a partir de ahora…


El último pensamiento...

Está sentada frente a la ventana. Han pasado muchos años desde aquella noche en la plaza y su cabello está plateado por la experiencia. Las arrugas de su rostro son prueba auténtica de que ha vivido. Sostiene un libro entre sus manos con las hojas ajadas de tantas veces que se ha buscado entre sus páginas. Cierra sus pastas y con la yema de sus dedos acaricia la gaviota que sobrevuela sus tapas. Siente una enorme paz interior, sabe que su final se acerca. No tiene miedo, sólo siente la calma de quien sabe que la vida le dio la oportunidad de conocer a la otra mitad de su alma. Medias almas que han seguido conectadas… porque nacieron conectadas…

En estos últimos instantes vuelve a releer en sus recuerdos, como ha hecho tantas veces a lo largo de sus días, y viaja hasta aquella semana en que vivió intensamente. Aquella semana que pareció una vida entera y donde aprendió el significado de la felicidad plena. Y vuelve a ella aquella palabra… inevitable…

Cierra los ojos y revive cada segundo… sólo así quiere que sea su final…

La muerte le tiende la mano… y sin embargo… se siente tan viva… Un último pensamiento… él… y sólo una sonrisa como último equipaje…